- Arturo Brandt, consultor en Grupo Vial Abogados y académico en Vermont Law and Graduate School de Estados Unidos.
Hace algunas semanas finalizó en Dubái, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 28) y una de sus grandes conclusiones fue el compromiso de generar una transición lejos de los combustibles fósiles en sistemas energéticos para lograr cero emisiones en 2050.
A ella se suma la necesidad de triplicar la capacidad instalada global de energías renovables y duplicar la tasa media anual mundial de mejora de la eficiencia energética.
Es decir, si analizamos ambas conclusiones alcanzadas, podemos avizorar una gran oportunidad para Chile, el sector minero y especialmente el cobre nacional, de jugar un rol mucho más protagónico y relevante en la mitigación de efectos del cambio climático y adaptación a esta realidad que cada vez nos hace sentir sus efectos con mayor crudeza.
Pero, ¿qué significa lo anterior? Simplemente que necesitaremos por ejemplo, más energía solar y más energía eólica, lo que implicará que en su generación se requerirán mayores cantidades de cobre, ya que este mineral es indispensable para la transmisión de esta energía.
En este contexto, Chile corre con ventaja ya que precisamente es en el norte del país, donde se encuentran las mayores centrales de energía solar. Sin embargo, una de las principales complicaciones que debemos sortear es el transporte de dicha energía hacia los grandes centros de consumo en el centro o sur del territorio nacional. Pues bien, aquí nuevamente el cobre chileno entra en acción para la fabricación de las líneas de transmisión que cumplirán las labores de suministro.
Por otra parte, si nos centramos en los desafíos y medidas concretas que implica la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero como es el desarrollo de las baterías para los vehículos eléctricos, el litio también adquiere protagonismo ya que este transporte necesita cuatro o cinco veces más cobre que un vehículo de combustión interna.
A ello se suman, las innovaciones introducidas por la minería nacional al incorporar camiones a hidrógeno o sistemas trolley que reducen los gases de efecto invernadero.
En resumen, la puerta está abierta, la pelota está de nuestro lado, tenemos las condiciones naturales y los profesionales para estar a la altura de los nuevos desafíos climáticos. La oportunidad es clara tanto para privados como sector público, por lo que ya es hora que la tomen.
Los primeros, observando esta realidad e invirtiendo en ella y el sector público, generando las condiciones habilitantes para que el desarrollo de proyectos sea más ágil y con menos barreras que retarden dichas diversas iniciativas.