Por Ignacio Prieto Henríquez

En el último año, el mercado laboral de Tarapacá ha enfrentado retos significativos, pero detrás de las cifras hay señales que invitan al optimismo. Cuando miramos la película completa y no solo una fotografía del momento, vemos que la región ha iniciado un proceso de recuperación: la tasa de ocupación subió en el último trimestre de 58,8% a 59,3%, y el desempleo retrocedió de los dos dígitos que vimos anteriormente a un 8,7% en la actualidad.

Hay datos que respaldan este avance: el 70% de las personas desempleadas logra reinsertarse en tres meses o menos; los asalariados formales han aumentado en más de 13 mil en los últimos tres años; la informalidad bajó a 30,3%; y mantenemos la quinta tasa de ocupación más alta del país. Esto demuestra que la región cuenta con una base laboral activa, resiliente y capaz de adaptarse a las transformaciones del mercado.

Este repunte no es casualidad. Responde a una estrategia clara impulsada por el Ministerio del Trabajo y Previsión Social, con medidas concretas para consolidar esta tendencia: reactivación sectorial en minería, logística portuaria y comercio transfronterizo; subsidios e incentivos a la contratación con prioridad para mujeres, jóvenes, personas mayores y personas con discapacidad; el proyecto de Sala Cuna Universal para garantizar este derecho a todas las trabajadoras y trabajadores; y programas de capacitación y reconversión laboral con apoyo del SENCE.

Además, se ha fortalecido la intermediación laboral a través de las OMIL y reforzado la fiscalización para asegurar condiciones laborales dignas y seguras. Estos esfuerzos no solo buscan recuperar empleos, sino garantizar que el avance en formalidad vaya acompañado de trabajos de calidad y con protección social.

Tarapacá sigue destacando a nivel nacional con una de las tasas de participación laboral más altas del país (65%), lo que refleja algo fundamental: aquí hay una fuerza laboral activa, dispuesta y preparada para asumir nuevos desafíos. Ese capital humano es nuestro mayor motor para el crecimiento.

Hoy tenemos la oportunidad de transformar esta recuperación incipiente en un ciclo sostenido de progreso. Los números muestran que, aunque la coyuntura nacional es compleja, nuestra región está en posición de liderar la reactivación. Si seguimos apostando por la innovación, la capacitación y la colaboración, Tarapacá no solo saldrá adelante, sino que lo hará con más fuerza, inclusión y formalidad que antes.

En tiempos donde abundan los diagnósticos pesimistas, vale la pena recordar que los desafíos también son puntos de inflexión. Y todo indica que Tarapacá ya empezó a escribir el capítulo de su recuperación.

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