- Las empresas mineras apuntan hacia los nódulos polimétálicos en fondos marinos como el próximo gran recurso, pero la polémica sobre su impacto ambiental crece. Nauru y la empresa Nori buscan la primera solicitud de explotación submarina.
El descubrimiento de los nódulos polimétálicos, pequeñas rocas con abundantes minerales, revolucionó la expedición científica británica Challenger en los años 1870. Si bien entonces no fueron considerados un recurso, hoy son el centro de atención para empresas mineras, desatando un debate sobre su explotación y el riesgo de dañar ecosistemas marinos únicos.
Estas formaciones, que parecen “galletas de metales”, han crecido lentamente durante millones de años debido a la acumulación de minerales en las profundidades abisales del océano Pacífico. Se ubican en las planicies abisales, entre 3,5 y 6,5 km de profundidad, con áreas más abundantes como la Zona de fractura Clipperton y la cuenca de Perú.
El interés en los nódulos radica en su composición, que incluye manganeso, hierro, cobalto, níquel y cobre, además de su potencial para abastecer la creciente demanda de minerales estratégicos, especialmente en la producción de baterías para autos eléctricos.
El gobierno de Nauru planea presentar ante la Autoridad Internacional de Fondos Marinos (AIFM) la primera solicitud de explotación minera submarina, a través de la empresa Nori (Nauru Ocean Resources), una filial de la canadiense The Metals Company.
Sin embargo, este proyecto ha generado una intensa controversia. Mientras los defensores de la extracción submarina ven en los nódulos una vía limpia hacia las energías verdes, las ONG ambientales y algunos científicos expresan preocupación por los posibles impactos destructivos en la biodiversidad marina.
Las especies animales en estas profundidades abisales, aunque sin vegetación debido a la falta de luz para la fotosíntesis, son abundantes y se siguen descubriendo nuevas especies. Los defensores del medio ambiente consideran que estas especies forman un ecosistema valioso y único.
La extracción de los nódulos polimétálicos implica sumergir vehículos a 4,3 km de profundidad para succionar los minerales y sedimentos en un área determinada. Aunque no es necesario cavar o cortar como en otros tipos de explotación minera submarina, el impacto de esta actividad sobre los sedimentos y la biodiversidad es motivo de inquietud.
El científico Michael Norton, del Consejo Consultivo de las Academias Europeas de Ciencias, considera que afirmar que la demanda de minerales submarinos es imprescindible para cubrir las necesidades de la industria es engañoso y más bien responde a estrategias de relaciones públicas.
Las organizaciones ambientales también se preocupan por la destrucción potencial del hábitat submarino único que representan los nódulos, ya que este ambiente es vital para la vida en las profundidades abisales.