Lo último
- Arturo Brandt, consultor en Grupo Vial Abogados y académico en Vermont Law and Graduate School de Estados Unidos.
La minería no solo ha sido el motor de crecimiento económico y desarrollo social del país durante gran parte de la historia nacional, representando hoy un 13% de nuestro PIB y más de un 55% de nuestras exportaciones, sino que también desempeña un rol protagónico para combatir y mitigar los efectos del cambio climático.
Ya es sabido que estamos frente a una emergencia climática derivada de la generación de energía a partir de los combustibles fósiles y es en este sector donde nuestra minería puede continuar jugando un papel fundamental en la transición energética hacia fuentes de energías limpias, principalmente en los sectores de generación y almacenamiento de electricidad y transporte.
Un ejemplo que grafica este escenario son los recientes datos del Coordinador Eléctrico Nacional que hace algunos días sostuvo, que en lo que va acumulado del año -hasta el 1 de noviembre pasado-, la producción de energías renovables no convencionales alcanzó un record de 35% en la matriz chilena, cifra que se compara con el 31,5% obtenido en igual periodo de 2022.
Este informe señala además, que las tecnologías responsables de este repunte son principalmente la solar y la eólica, que han crecido en un 17% y en un 10%, respectivamente en el ejercicio actual. Ambas utilizadas de forma cada vez más recurrente por la minería.
En este sentido, podemos reafirmar que sin minería no hay una lucha eficiente contra el calentamiento global.
Si analizamos el caso del cobre, observamos que la cualidad superior de la conductividad eléctrica del metal rojo es ideal para diferentes tecnologías de descarbonización. Si las tomamos en su conjunto, estas tienen el potencial de abatir aproximadamente dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero al 2050.
Dentro de las tecnologías que requieren cobre para su desarrollo, se encuentra el almacenamiento de energías a través de las baterías, la generación de electricidad mediante paneles solares y aerogeneradores, las líneas de transmisión y usos finales para la automatización de edificios, electromovilidad y electro procesamiento.
En cuanto al litio –y donde nuestro país representa un 41% de las reservas mundiales de este elemento-, se ha transformado igualmente en un mineral fundamental para la transición energética.
Este recurso es esencial en la producción de baterías de iones de litio como elemento clave para avanzar hacia la descarbonización y electrificación del transporte y almacenamiento de las energías renovables.
En consecuencia y considerando el potencial minero que tenemos, es fundamental que se establezcan nuevas políticas que generan incentivos de inversión en minería y avancemos hacia una reforma al sistema de permisos sectoriales que permitan acortar los tiempos de tramitación y obtención de ellos.
Del mismo modo y para el caso del cobre, su cadena de suministro debe mantenerse competitiva tanto ambientalmente como en sus costos y se debe consignar que para alcanzar emisiones neutras climáticamente se requerirá la adopción y masificación de nuevas tecnologías.
