- Jeannette Jara lideró la primera vuelta con 26,7 %, seguida por José Antonio Kast con 24,1 %. Chile definirá a su próximo presidente el 14 de diciembre.
Chile vivió una de sus jornadas electorales más tensas en años y terminó instalando un escenario de segunda vuelta que refleja la profundidad de la polarización política. Jeannette Jara, candidata oficialista de Unidad por Chile, encabezó la primera vuelta con un 26,7 % de apoyo, superando a José Antonio Kast, quien alcanzó el 24,1 %. Ninguno logró el 50 % exigido por la legislación, por lo que el país volverá a las urnas el 14 de diciembre en una definición donde se mezclan seguridad, migración, economía y percepción de estabilidad, elementos que hoy concentran la atención de la ciudadanía, los mercados y la región.
En su discurso en Santiago, Jara agradeció a sus adherentes y llamó a enfrentar la segunda vuelta sin temor, en un mensaje que buscó proyectar ánimo, cohesión y apertura hacia electorados moderados. Criticó duramente a Kast, acusándolo de esconderse “detrás de vidrios blindados”, y llamó a disputar un proyecto de continuidad para el país, con foco en cohesión social y gobernabilidad. Al mismo tiempo, dejó clara la relevancia del electorado de Franco Parisi —quien terminó tercero con un 19,42 %— destacando que el comportamiento de este segmento será decisivo para definir al próximo presidente.
Kast, por su parte, consolidó su avance al segundo turno desde un discurso centrado en seguridad, control fronterizo y un “gobierno de emergencia” contra el crimen organizado. Sus propuestas han resonado con sectores preocupados por la delincuencia, y su relato en torno al orden público ha captado adhesiones en regiones que han vivido el impacto directo de la migración irregular, especialmente en el norte.
El tema migratorio se volvió un eje estructural de esta elección. Chile enfrenta uno de los flujos migratorios más intensos de Sudamérica, con una presencia creciente de personas de Venezuela y otros países de la región. En Tarapacá y Arica y Parinacota, la presión en pasos fronterizos ha marcado la agenda territorial durante años, y la percepción ciudadana sobre seguridad, disponibilidad de servicios y capacidad del Estado para controlar la frontera ha influido fuertemente en el voto. La discusión no solo gira en torno al ingreso irregular, sino también sobre integración, mano de obra, convivencia y el impacto en ciudades cuya infraestructura ha debido adaptarse a un cambio demográfico acelerado. En este punto, Kast propone endurecer expulsiones y reforzar el control militar, mientras que Jara plantea un enfoque que combine regulación, derechos humanos y fortalecimiento de la presencia estatal en las regiones.
Mientras se desarrollaba el conteo, los mercados internacionales observaban la elección con cautela. Diversos reportes financieros señalaron que el escenario de ballottage se alineaba con expectativas previas, especialmente el avance de Kast, interpretado en otros países como una eventual señal de giro hacia políticas más pro mercado. La continuidad del oficialismo con Jara, en cambio, es evaluada como una apuesta por estabilidad gradual, aunque con desafíos en materia fiscal, inversión y crecimiento, en un contexto global donde las tensiones inflacionarias, la desaceleración industrial y la volatilidad de los commodities ya afectan a Latinoamérica.
El peso chileno, la renta variable local y los bonos soberanos se movieron con moderación ante la noticia del ballottage, mientras medios internacionales destacaron que la minería seguirá siendo un eje decisivo para la inversión extranjera en el país. Las regiones de Antofagasta, Atacama y Tarapacá observan este proceso electoral con especial atención, pues los próximos cuatro años definirán la continuidad de proyectos estratégicos, la estabilidad normativa para la minería y la llegada de recursos fiscales que alimentan programas sociales claves para el norte.
Más de 15,7 millones de personas fueron convocadas a votar para renovar la presidencia, la Cámara y parte del Senado. La participación masiva refuerza la importancia del 14 de diciembre, cuando el país definirá entre dos modelos de gobernanza muy distintos: uno que busca profundizar reformas desde el oficialismo, y otro que propone un giro conservador con énfasis en seguridad, orden y reestructuración del gasto público. En un clima donde conviven expectativas económicas, temor ciudadano y presión regional por la migración, el resultado final marcará la dirección política y territorial que seguirá Chile en los años venideros.
