- Durante el encuentro “Get Smart, Start Efficient”, Negawatt expuso las brechas que persisten en las empresas para implementar con éxito sus sistemas de eficiencia energética. Cultura organizacional, digitalización e incentivos tributarios marcaron el análisis.
Aunque las empresas obligadas por ley ya implementaron Sistemas de Gestión de Energía (SGE), los beneficios reales de estas políticas aún no se concretan. Así lo advirtió Francisco Leiva, gerente de proyectos de Negawatt, durante el evento “Get Smart, Start Efficient” organizado por Anesco Chile, donde abordó los principales desafíos técnicos y culturales de la eficiencia energética en la industria nacional. El ejecutivo propuso avanzar hacia una cultura organizacional que equipare la eficiencia energética con la seguridad y calidad, junto con incentivos tributarios para acelerar el cambio, especialmente en medianas empresas.
El 10 de julio se realizó el encuentro “Get Smart, Start Efficient: El tiempo de los usuarios”, una instancia convocada por Anesco Chile que reunió a más de 300 actores del ecosistema energético nacional. En el panel dedicado a eficiencia energética y carbono neutralidad, el gerente de proyectos de Negawatt, Francisco Leiva, entregó una visión crítica respecto del estado actual de implementación de los sistemas de gestión energética.
“La gran mayoría de las empresas obligadas por ley ya han implementado sistemas de gestión energética. Sin embargo, aún estamos en una etapa inicial en términos de resultados concretos”, señaló Leiva, estimando que los efectos reales de estas políticas se verán entre tres a cinco años más.
Para el ejecutivo, la madurez de estos sistemas requiere un cambio cultural profundo, donde la eficiencia energética sea tan prioritaria como lo son actualmente los estándares de calidad o seguridad laboral. “En la medida que los SGE sean tan importantes como los aspectos de calidad y seguridad dentro de las empresas, mayor serán los beneficios y concreción de los ahorros”, agregó.
La digitalización de procesos y el monitoreo energético también fueron puntos clave. Leiva sostuvo que muchas compañías aún no integran estas herramientas de manera sistemática, y que el desafío no es solo técnico, sino también humano. “Cuando la eficiencia energética tenga el mismo peso cultural que hoy tiene la prevención de riesgos, entonces veremos un cambio estructural en la industria”, afirmó, resaltando la experiencia de Negawatt con sectores de alto consumo energético como minería, celulosa y sanitarias.
Otro de los temas críticos fue la ausencia de incentivos tributarios para proyectos de eficiencia energética. Leiva sugirió replicar el modelo de fomento aplicado a la industria solar, lo cual permitiría movilizar recursos hacia proyectos estratégicos pero de difícil rentabilidad inmediata. “Para muchas compañías, especialmente medianas, el desafío no es solo cumplir con la ley, sino contar con los recursos para sostener estos sistemas en el tiempo”, subrayó.
Finalmente, propuso extender la exigencia regulatoria más allá de las grandes empresas. Actualmente, solo estas están obligadas por la ley de eficiencia energética. Reducir los umbrales de exigencia permitiría democratizar la eficiencia energética y convertirla en un estándar productivo. “Reducir los umbrales de exigencia permitiría masificar la eficiencia energética como una herramienta transversal para mejorar la productividad y competitividad del país”, concluyó.
