Vuelve la idea de algunos sectores de nacionalizar la minería y es preocupante, porque el Estado no es eficiente como empresario. Las inversiones que se necesitan para desarrollar la minería en los próximos proyectos son de largo aliento y vienen periodos de pérdida. El Estado, que hoy debe estar preocupado del bienestar social, tendría que dedicar muchos recursos -que muchas veces representan el total de la cartera de un año del presupuesto fiscal- al desarrollo de un solo proyecto.
Están pidiendo con esto, que el Estado haga una inversión significativa, que no tiene cómo sustentar. Cochilco ha dicho que la cartera de inversión hasta el 2030 en minería son más de US$68.000 millones; esto, sin contar los varios miles de millones de dólares que significa mantener la minería privada operando. Tampoco se consideran los puestos de trabajo que se van a perder y el gran impacto que eso va a generar.
Se está hablando, incluso, de no pagar (indemnizaciones), de ir en contra de los privados. Creo que no es la guerra que tenemos que hacer hoy. Debemos enfocarnos en dar alternativas que permitan mayor recaudación, a través de impuestos y, tal vez, mayor fiscalización, si es lo que preocupa.
Chile no puede crecer sin desarrollar su minería y mantener su lugar competitivo. El hecho de que cualquier voz, sin base técnica, pueda emitir juicios de valor y que una comunidad pueda interferir en el desarrollo de proyectos es gravísimo.
Todos queremos vivir bien, pero atentar contra la minería impide el avance al bienestar social, no hay otra industria en Chile que pueda generar recursos para ese bienestar. La industria minera, con los recursos que mueve, genera un hábitat que permite investigación y desarrollo por sí solo, así como la generación de startups y emprendimientos locales.
Necesitamos inversión, eso permite mayor recaudación y así se generan proyectos en temas sociales que permitirán retomar el ritmo de desarrollo que teníamos.